miércoles, 2 de abril de 2014

Amar, procrastinar, escribir: o de las miles de formas de hacer una tesis

¿Y cómo lo hacen? Yo no sé, ¿Cuál es el negocio? Sepa usted.
Frankie Ruiz.

La gran pregunta que asalta cuando se toma la decisión de hacer una tesis, es ¿cómo se hace? Hay cursos, seminarios, libros, lecturas de cómo hacer una tesis, teniendo a “Cómo se hace una tesis” de Umberto Eco como el clásico de clásicos, a la hora de encontrar la respuesta ante semejante, e incierta, pregunta. Creo que luego de estos años de haber pasado por la licenciatura, el máster y el doctorado, tengo mi respuesta, no hay UNA forma de hacer una tesis, por eso la cita a la canción del gran Frankie Ruiz.
Los libros, seminarios, lecturas, etc. lo que hacen es darnos las herramientas metodológicas para que la investigación vaya por buen camino, para enseñarnos (o recordarnos) como fichar, resumir, organizar la información, analizar. Además, tenemos nuestros tutores o tutoras, o amigas/os que conocen de nuestro tema que en muchos de los casos nos ayudan a centrarnos, a regresar al camino que a veces dejamos, que nos dan ánimos, que creen en nuestro trabajo, con los cuales además intercambiamos ideas, que alimenta la investigación, pero de su rol y de las cuestiones científicas no hablaré en este post. 
Quiero compartir mi experiencia en la travesía de la tesis que es mucho más compleja, ya que la mayoría del tiempo en ella estamos solos: nosotros, nuestros temas, miedos y angustias. Por ello, en este post quiero compartir mi experiencia a la hora de hacer una tesis, con lo que busco demostrar que las tesis se asumen de diferentes formas y en diferentes circunstancias.
Por ejemplo, el tema de trabajar y hacer la tesis, se me hizo cercano solo con la tesis de máster en la que sacaba tiempo para avanzarla, tiempo que compartía espacio con otros proyectos y trabajos; en esta experiencia tuve la suerte de contar con apoyo económico de otras instituciones que financiaron parte del trabajo de campo (gracias SEPIA) lo cual fue de gran ayuda para tener medios de realizar la recolección de información.
Mi tesis de Licenciatura fue financiada por la beca “familia". Para ser abogado hay dos opciones, presentar dos expedientes ante un jurado o hacer una tesis y presentarla ante el jurado; yo tenía claro lo que quería, hacer la tesis, mi familia me apoyó en esta locura que implicaba no solo un camino más largo sino que también implicaba que no buscaría trabajo remunerado (porque ojo hacer una tesis es UN TRABAJO) hasta que no acabara con mi tesis y mi titulación; así todos se involucraron y por ello esa tesis esta dedicada a ellos. Busqué apoyo en mi universidad, pero el cansancio ante la burocracia no permitió que lo obtuviera, espero realmente que haya cambiado. Pero lo que sí obtuve de la universidad fue acceso a la hemeroteca y la biblioteca de la Facultad de Derecho, es decir podía acceder al área donde estaban los libros y leer e investigar dentro, ahorrándome así el tiempo que se demoraban en darme los libros cuando los solicitaba. Fue de lo mejor que me pudo pasar, a pesar que el material era muchas veces muy antiguo, estar en contacto directo con los libros y revistas me inspiraba, me hacía sentir que avanzaba más rápido y estaba en contacto directo con lo que quería y cuándo quería.
Para la tesis doctoral tuve apoyo económico completo (gracias AECID) y por lo tanto  consideré su elaboración como un trabajo remunerado (con sus/mis propias reglas un poco confusas, pero que son parte de la experiencia), pero fue totalmente distinto, estaba en otro país, tenía mi propia casa y tenía que compartir la investigación con actividades domésticas que a veces se me iban de las manos, pero que me ayudaron muchas veces a relajarme y sentir que hacía algo “concreto”, (gracias marujeo).

Amar: o enamorarte del tema que elijas
A pesar de lo que he señalado, sí creo que hay una máxima, o por lo menos es la que yo considero mi propia ley, hay que “amar” el tema que uno elige. Amarlo para que el tedio que nos causará en determinado momento (el cual bordea el odio algunas veces), se convierta en la pasión extrema de poder quererlo nuevamente, comprenderlo, avanzar en la escritura, la creación y el descubrimiento de nuestras ideas.
Si uno no está enamorado de su tema, no se podrá resolver las clásicas preguntas acompañadas de la angustia del ¿por qué estoy haciendo esto? ¿Valdrá la pena? ¿Será novedoso? y ¿si no acabo? Puede que no sea un amor a primera vista, un flechazo que te haga decidir “este es”, porque uno puede irse enamorando en el camino, pero es necesario un acercamiento al tema para poder lidiar con todas las emociones que se mezclan al momento de hacer la tesis. En mi caso el tema de mi tesis de licenciatura fue el patrimonio cultural, y desde ahí he seguido con él, es una relación larga, llena de idas y venidas, pero sigo entusiasmada con él, porque he encontrado diversas formas de acercarme y tiene mucho que darme aún, está en los diversos espacios geográficos que me muevo y siempre es novedoso e interesante. No ha sido una relación fácil, lo he confrontado muchas veces, pero lo logramos, seguimos juntos.

Procrastinar: o de cómo internet ayuda o no.
Cuando decidí hacer mi tesis de licenciatura estaba en cuarto año de derecho, desde esa época recolectaba artículos de periódicos, revistas, etc. relacionados al tema del patrimonio cultural y el derecho. En el Perú, en esos años la producción académica en este tema era muy escasa, cuatro libros a lo mucho, pocos artículos de autores peruanos y la internet aún no estaba presente a gran escala. En esos años, finalizando la universidad y en el año y medio que le dediqué exclusivamente a la tesis, asistía a eventos diversos sobre patrimonio cultural, pero más vinculado al turismo, y aquí sucedió mi primera duda, ¿qué hago en estos eventos? ¿Me ayudan o no a la tesis? ¿Estoy perdiendo el tiempo? Lo consideraba un tipo de procrastinación, la cual fue útil a futuro, porque gracias a uno de esos eventos pude identificar mi tema de tesis en el máster. Al final, si bien no todo ayudará, se puede encontrar la utilidad de muchas cosas que en el momento parecieran que no tienen relación con lo que uno hace.
Pero creo que internet tiene un rol importante en lo que fueron las tesis de ayer y como se afrontan hoy. En la licenciatura no tenía conexión en casa y creo que esto marcó mucho el ritmo de trabajo. Mientras leía o escribía, y me asaltaba alguna duda, apuntaba en una libreta lo que tenía que buscar en internet. Así, religiosamente a las 12 del día me dirigía a la cabina de mi barrio a revisar mis correos, revisar mis notas y buscar lo que necesitaba, navegada dos horas más o menos, a veces menos, y no volvía a ver internet hasta el día siguiente. Regresaba a casa, almorzaba, descansaba un rato y continuaba mi trabajo por la tarde hasta las 6 de la tarde, a veces me sentaba pasadas las 8 de la noche a trabajar pero eso era muy raro, mi jornada tesística (cuando era buena) comenzaba a las 9 y terminaba a las 6 de la tarde.
Pero en la tesis doctoral el tener conexión todo el día, considero que fue una de las causas del cambio de ritmo, la gran cantidad de información que se podía obtener a veces abrumaba, además ante las dudas/curiosidad estas podían ser resueltas inmediatamente, sumergiéndome en la búsquedas y luego en viajes en los temas más diversos, series, noticias, recetas de comida, planificar viajes que tal vez no se realizarían, historias de desaparecidos o de cosas extrañas del comportamiento humano (Mariana E. sabe a lo que me refiero) y música y más música.
Creo que hasta cierto punto ese tipo de procrastinación es necesaria, te oxigena un poco en ese momento, pero el riesgo es el de no poder volver al tema o de retomarlo con fuerza. Pero a decir verdad, cuando el cerebro te induce a esa procrastinación, es porque no has sido capturado al 100% por la tesis, porque en ese momento en que la inspiración aparece es imposible que nada ni nadie te saque de ahí, ni las más imperiosas necesidades fisiológicas.
Muchas de las cosas que he escrito y tengo pendientes de escribir, o de las que quiero saber más, las descubrí en esos momentos de procastinación y son parte de este blog, por ello esas horas (o por lo menos muchas de ellas) no fueron en vano.

Escribir: o hacer cajas y moños, ordenar la información, limpiar o aprender a bailar
Esta es quizás la parte más difícil, un día ideal era despertarse por la mañana, sentarse en la computadora y que las letras, ideas, teorías, atingencias, ocurrencias, fluyan como el agua, que al medio día el marco teórico esté a punto de ser terminado, o que nuestro análisis tome forma, pero no, casi nunca resultaba así.
En mi primera experiencia tesística, y ante no tener internet para que me salve de las dudas o curiosidades que tenía, a parte de mi libreta “oficial”, apuntaba todo en notitas que estaban pegadas en mi pared, de pronto en la noche mientras dormía aparecía una duda, lapicero, post it y anotar. Si bien tenía un horario más marcado de trabajo, tuve muchos días, semanas sin escribir, sin una idea, acompañada de esa temida y odiada página en blanco, en la que solo aparecían preguntas del tipo ¿qué estoy haciendo? y replanteaba no mi tesis, sino mi vida en general, el tema había perdido su magia y aparecía la angustia (y a veces solo unos sonidos en la puerta de mi dormitorio/estudio, me sacaban de ese tunel, era Otto que entraba con sus pasos lentos y dudosos, y solo quería estar ahí conmigo, como presintiendo que estaba a punto de tirar el monitor por la ventana).
En ese trance, decidí dedicarme a ordenar mi bunker, papeles, libros, cambiar de sitio las cosas, etc., además desempolvé mis separatas y materiales de un cursito salvador que hice cuando estudiaba en la universidad, no, no era un curso de metodología, ni de técnicas de estudio, ni nada por el estilo, era un curso de cajas y moños, así me dediqué los días siguientes a hacer cajas de todos los tamaños, moños de cinta de agua de todos los colores, y veía satisfecha cosas “concretas”, es decir resultados tangibles de mi “trabajo”. Así pasaron aproximadamente dos semanas, de pronto estaba nuevamente sentada frente a mi computadora, los post its inundaron mis paredes y mis libros estaban regados por todos lados, había llegado el momento esperado.
En el caso de la tesis doctoral, fue más complicado, los horarios eran un sufrimiento, quise seguir mi experiencia inicial de trabajo casi de oficina, solo pude cumplirlo en el momento de la recolección bibliográfica en que estaba en la universidad por la mañana, o en la biblioteca, pero al momento de escribir fue casi imposible. El trabajo de campo era constante puesto que vivía en el lugar de estudio, para mí cualquier actividad diaria se convirtió en observación. Para escribir, pocos fueron los días que tuve la suerte que las musas de la inspiración me acompañaran desde temprano. A veces, cuando ya me daba por vencida cerca de las 6 de la tarde aparecían, impetuosas y me tenían hasta las 12 de la noche, sin dejarme conciliar el sueño hasta las 2 de la mañana, dando vueltas en la cama, pensando y ¿mañana cómo haré? ¿A qué hora me levantaré? ¡¡¡Si yo quería trabajar desde temprano!! 
Llegó un momento en que me rendí ante el aparente desorden, pero decidí que mientras estaba acompañada de la página en blanco, me dedicaría a organizar mi información, a hacer cosas concretas y mecánicas, como ordenar citas, elegir y organizar fotos que utilizaría, leer cosas de mi repertorio de procastinación y ordenar mi pequeña casita, además era el momento preciso para mudar mi bunker tesístico a otro espacio, la biblioteca del barrio o la sala de lectura del gimnasio, que tenía una vista hermosa del mar y del malecón de la Barceloneta, ahí me sentía acompañada con los señores del barrio, los que sin darse cuenta, al contarse entre ellos sus historias, me daban mayores elementos para mi trabajo, puesto que muchas de ellas tenían que ver con el pasado de la Barceloneta y de cómo estaba cambiando. 

Vista desde la sala de lectura del gimnasio de la Barceloneta

De pronto, sin darme cuenta, estaba nuevamente en mi escritorio, escribiendo en orden, fluidamente y contenta de terminar capítulos, subcapítulos. Otra vez, mi tema y yo unidos, bailando la misma canción.
Con esto lo que aprendí es que ante esos momentos tan desesperanzadores es bueno encontrar cosas prácticas que hacer, que nos otorguen resultados concretos, cajas, moños, álbum de fotos, información organizada, arreglar la casa, etc. , así sin que nos demos cuenta, estaremos acompañados nuevamente con ese sonido tan lindo que es el de apretar las teclas con rapidez furia y alegría!!!

Colofón
Finalmente creo que nadie sabe cómo hacer una tesis, pero que las experiencias compartidas alivianan el camino, tener amigos que estaban en el mismo momento que yo, me ayudó y mucho, a pesar que nuestros temas eran diversos, las sensaciones eran las mismas, por eso me he animado a escribir este post.  El apoyo de la familia, de los amigos, de la pareja es importante. Yo he tenido la suerte de tener ese apoyo siempre, primero mi familia, luego mis amigos y finalmente Rod que con su positivismo (y paciencia la verdad sea dicha) a prueba de balas hizo que la tesis doctoral fuera mucho más llevadera.
Ama lo que vas a investigar, para que cuando te canse el tema puedas encontrar formas de volver a él con mayor fuerza que antes. Procrastina con prudencia para que tu cerebro respire, para que la creatividad aflore, pero  no hay que sentirse culpable de hacerlo, porque en medio de todos esos temas puedes encontrar una nueva pasión. Para escribir busca la forma de inspirarte haciendo cosas prácticas, que te brinden la idea que puedes terminar algo, porque la tesis lo que tiene es que parece que nunca acabará; cajas, moños, faldas, pasteles, pinturas, etc. todo vale! Total como dice Frankie Ruíz: sepa usted!!
Solo como anécdota, cuando acabé la tesis doctoral, cuando puse el último punto (luego de realizar las correcciones y observaciones de mi tutora) y supe que había terminado pensé y ahora ¿qué hago? Es una sensación extraña, de alegría y tristeza. Ya había terminado pero no me levantaba del escritorio, ahora que lo pienso bien era un estado de shock, y empecé a ver vídeos de música, volví a ver a Madonna en el video de Celebration, y pensé “creo que solo quiero bailar como Madonna”…esa fue la canción que marcó el fin de mi tesis y la que siempre escucho cuando me quiero dar ánimos. Amar, procrastinar y escribir...celebration!!!



Este post está dedicado a Muriel que va camino a terminar lo que será la puerta para los nuevos sueños. Y a mi Neni que lucha día a día con la férrea opresión del Dr. Minsky, en medio de sus revistas de corte y confección, videos freaks y elípticas, en esta  etapa de la agonía final antes de alcanzar el paraíso.