¿Y cómo lo hacen? Yo no
sé, ¿Cuál es el negocio? Sepa usted.
Frankie Ruiz.
La gran pregunta que asalta
cuando se toma la decisión de hacer una tesis, es ¿cómo se hace? Hay cursos,
seminarios, libros, lecturas de cómo hacer una tesis, teniendo a “Cómo se hace
una tesis” de Umberto Eco como el clásico de clásicos, a la hora de encontrar
la respuesta ante semejante, e incierta, pregunta. Creo que luego de estos años
de haber pasado por la licenciatura, el máster y el doctorado, tengo mi
respuesta, no hay UNA forma de hacer una tesis, por eso la cita a la canción del gran Frankie Ruiz.
Los libros, seminarios, lecturas, etc. lo
que hacen es darnos las herramientas metodológicas para que la investigación
vaya por buen camino, para enseñarnos (o recordarnos) como fichar, resumir,
organizar la información, analizar. Además, tenemos nuestros tutores o tutoras, o amigas/os que conocen de nuestro tema que en muchos de
los casos nos ayudan a centrarnos, a regresar al camino que a veces dejamos,
que nos dan ánimos, que creen en nuestro trabajo, con los cuales además intercambiamos ideas, que alimenta la investigación, pero de su rol y de las cuestiones científicas no hablaré en
este post.
Quiero compartir mi experiencia en la travesía de la tesis que es
mucho más compleja, ya que la mayoría del tiempo en ella estamos solos: nosotros, nuestros temas, miedos y
angustias. Por ello, en este post quiero compartir mi experiencia a la hora de
hacer una tesis, con lo que busco demostrar que las tesis se asumen de
diferentes formas y en diferentes circunstancias.
Por ejemplo, el tema de trabajar y
hacer la tesis, se me hizo cercano solo con la tesis de máster en la que sacaba
tiempo para avanzarla, tiempo que compartía espacio con otros proyectos y trabajos; en esta experiencia tuve la suerte de contar con apoyo económico de otras instituciones
que financiaron parte del trabajo de campo (gracias SEPIA) lo cual fue de gran
ayuda para tener medios de realizar la recolección de información.
Mi tesis de Licenciatura fue
financiada por la beca “familia". Para ser abogado hay dos opciones, presentar
dos expedientes ante un jurado o hacer una tesis y presentarla ante el jurado;
yo tenía claro lo que quería, hacer la tesis, mi familia me apoyó en esta locura que implicaba
no solo un camino más largo sino que también implicaba que no buscaría trabajo remunerado (porque ojo hacer una tesis es UN TRABAJO) hasta que no acabara con mi tesis y mi titulación; así todos se involucraron y por
ello esa tesis esta dedicada a ellos. Busqué apoyo en
mi universidad, pero el cansancio ante la burocracia no permitió que lo obtuviera,
espero realmente que haya cambiado. Pero lo que sí obtuve de la universidad fue
acceso a la hemeroteca y la biblioteca de la Facultad de Derecho, es decir
podía acceder al área donde estaban los libros y leer e investigar dentro,
ahorrándome así el tiempo que se demoraban en darme los libros cuando los
solicitaba. Fue de lo mejor que me pudo pasar, a pesar que el material era
muchas veces muy antiguo, estar en contacto directo con los libros y revistas
me inspiraba, me hacía sentir que avanzaba más rápido y estaba en contacto
directo con lo que quería y cuándo quería.
Para la tesis doctoral tuve apoyo
económico completo (gracias AECID) y por lo tanto consideré su elaboración como un trabajo remunerado (con
sus/mis propias reglas un poco confusas, pero que son parte de la experiencia),
pero fue totalmente distinto, estaba en otro país, tenía mi propia casa y tenía
que compartir la investigación con actividades domésticas que a veces se me
iban de las manos, pero que me ayudaron muchas veces a relajarme y sentir que
hacía algo “concreto”, (gracias marujeo).
Amar: o enamorarte del tema que elijas
A pesar de lo que he señalado, sí
creo que hay una máxima, o por lo menos es la que yo considero mi propia ley,
hay que “amar” el tema que uno elige. Amarlo para que el tedio que nos causará
en determinado momento (el cual bordea el odio algunas veces), se convierta en la
pasión extrema de poder quererlo nuevamente, comprenderlo, avanzar en la
escritura, la creación y el descubrimiento de nuestras ideas.
Si uno no está enamorado de su
tema, no se podrá resolver las clásicas preguntas acompañadas de la angustia
del ¿por qué estoy haciendo esto? ¿Valdrá la pena? ¿Será novedoso? y ¿si no
acabo? Puede que no sea un amor a primera vista, un flechazo que te haga
decidir “este es”, porque uno puede irse enamorando en el camino, pero es
necesario un acercamiento al tema para poder lidiar con todas las emociones que
se mezclan al momento de hacer la tesis. En mi caso el tema de mi tesis de
licenciatura fue el patrimonio cultural, y desde ahí he seguido con él, es una
relación larga, llena de idas y venidas, pero sigo entusiasmada con él, porque
he encontrado diversas formas de acercarme y tiene mucho que darme aún, está en los diversos espacios geográficos que me muevo y siempre es novedoso e interesante. No ha
sido una relación fácil, lo he confrontado muchas veces, pero lo logramos,
seguimos juntos.
Procrastinar: o de cómo internet ayuda o no.
Cuando decidí hacer mi tesis de
licenciatura estaba en cuarto año de derecho, desde esa época recolectaba
artículos de periódicos, revistas, etc. relacionados al tema del patrimonio
cultural y el derecho. En el Perú, en esos años la producción académica en este
tema era muy escasa, cuatro libros a lo mucho, pocos artículos de autores
peruanos y la internet aún no estaba presente a gran escala. En esos años,
finalizando la universidad y en el año y medio que le dediqué exclusivamente a la tesis,
asistía a eventos diversos sobre patrimonio cultural, pero más vinculado al
turismo, y aquí sucedió mi primera duda, ¿qué hago en estos eventos? ¿Me ayudan
o no a la tesis? ¿Estoy perdiendo el tiempo? Lo consideraba un tipo de
procrastinación, la cual fue útil a futuro, porque gracias a uno de esos eventos
pude identificar mi tema de tesis en el máster. Al final, si bien no todo
ayudará, se puede encontrar la utilidad de muchas cosas que en el momento parecieran
que no tienen relación con lo que uno hace.
Pero creo que internet tiene un
rol importante en lo que fueron las tesis de ayer y como se afrontan hoy. En la
licenciatura no tenía conexión en casa y creo que esto marcó mucho el ritmo de trabajo. Mientras leía o escribía, y me asaltaba alguna duda,
apuntaba en una libreta lo que tenía que buscar en internet. Así,
religiosamente a las 12 del día me dirigía a la cabina de mi barrio a revisar
mis correos, revisar mis notas y buscar lo que necesitaba, navegada dos horas
más o menos, a veces menos, y no volvía a ver internet hasta el día siguiente.
Regresaba a casa, almorzaba, descansaba un rato y continuaba mi trabajo por la
tarde hasta las 6 de la tarde, a veces me sentaba pasadas las 8 de la noche a
trabajar pero eso era muy raro, mi jornada tesística (cuando era buena)
comenzaba a las 9 y terminaba a las 6 de la tarde.
Pero en la tesis doctoral el
tener conexión todo el día, considero que fue una de las causas del cambio de ritmo, la gran cantidad de información que se podía obtener a veces abrumaba, además ante las dudas/curiosidad estas podían ser resueltas inmediatamente, sumergiéndome en la búsquedas y luego en viajes en los temas
más diversos, series, noticias, recetas de comida, planificar viajes que tal
vez no se realizarían, historias de desaparecidos o de cosas extrañas del
comportamiento humano (Mariana E. sabe a lo que me refiero) y música y más
música.
Creo que hasta cierto punto ese
tipo de procrastinación es necesaria, te oxigena un poco en ese momento, pero el
riesgo es el de no poder volver al tema o de retomarlo con fuerza. Pero a decir
verdad, cuando el cerebro te induce a esa procrastinación, es porque no has sido
capturado al 100% por la tesis, porque en ese momento en que la inspiración
aparece es imposible que nada ni nadie te saque de ahí, ni las más imperiosas
necesidades fisiológicas.
Muchas de las cosas que he escrito
y tengo pendientes de escribir, o de las que quiero saber más, las descubrí en
esos momentos de procastinación y son parte de este blog, por ello esas horas (o
por lo menos muchas de ellas) no fueron en vano.
Escribir: o hacer cajas y moños, ordenar la información, limpiar o aprender a
bailar
Esta es quizás la parte más
difícil, un día ideal era despertarse por la mañana, sentarse en la computadora
y que las letras, ideas, teorías, atingencias, ocurrencias, fluyan como el
agua, que al medio día el marco teórico esté a punto de ser terminado, o que
nuestro análisis tome forma, pero no, casi nunca resultaba así.
En mi primera experiencia
tesística, y ante no tener internet para que me salve de las dudas o curiosidades
que tenía, a parte de mi libreta “oficial”, apuntaba todo en notitas que estaban
pegadas en mi pared, de pronto en la noche mientras dormía aparecía una duda,
lapicero, post it y anotar. Si bien tenía un horario más marcado de trabajo,
tuve muchos días, semanas sin escribir, sin una idea, acompañada de esa temida
y odiada página en blanco, en la que solo aparecían preguntas del tipo ¿qué
estoy haciendo? y replanteaba no mi tesis, sino mi vida en general, el tema
había perdido su magia y aparecía la angustia (y a veces solo unos sonidos en la puerta de mi dormitorio/estudio, me sacaban de ese tunel, era Otto que entraba
con sus pasos lentos y dudosos, y solo quería estar ahí conmigo, como presintiendo que estaba a punto de tirar el monitor por la ventana).
En ese trance, decidí dedicarme a
ordenar mi bunker, papeles, libros, cambiar de sitio las cosas, etc., además desempolvé
mis separatas y materiales de un cursito salvador que hice cuando estudiaba en la
universidad, no, no era un curso de metodología, ni de técnicas de estudio, ni
nada por el estilo, era un curso de cajas y moños, así me dediqué los días
siguientes a hacer cajas de todos los tamaños, moños de cinta de agua de todos
los colores, y veía satisfecha cosas “concretas”, es decir resultados tangibles
de mi “trabajo”. Así pasaron aproximadamente dos semanas, de pronto estaba
nuevamente sentada frente a mi computadora, los post its inundaron mis paredes
y mis libros estaban regados por todos lados, había llegado el momento
esperado.
En el caso de la tesis doctoral,
fue más complicado, los horarios eran un sufrimiento, quise seguir mi
experiencia inicial de trabajo casi de oficina, solo pude cumplirlo en el
momento de la recolección bibliográfica en que estaba en la universidad por la
mañana, o en la biblioteca, pero al momento de escribir fue casi imposible. El trabajo de campo era constante puesto que vivía en el lugar de estudio, para mí cualquier actividad diaria se convirtió en observación. Para escribir, pocos fueron los días que tuve la suerte que las musas de la inspiración me
acompañaran desde temprano. A veces, cuando ya me daba por vencida cerca de las
6 de la tarde aparecían, impetuosas y me tenían hasta las 12 de la noche, sin
dejarme conciliar el sueño hasta las 2 de la mañana, dando vueltas en la cama,
pensando y ¿mañana cómo haré? ¿A qué hora me levantaré? ¡¡¡Si yo quería
trabajar desde temprano!!
Llegó un momento en que me rendí ante el aparente desorden, pero decidí que
mientras estaba acompañada de la página en blanco, me dedicaría a organizar mi
información, a hacer cosas concretas y mecánicas, como ordenar citas, elegir y organizar
fotos que utilizaría, leer cosas de mi repertorio de procastinación y ordenar mi pequeña casita, además
era el momento preciso para mudar mi bunker tesístico a otro espacio, la biblioteca del
barrio o la sala de lectura del gimnasio, que tenía una vista hermosa del mar y
del malecón de la Barceloneta, ahí me sentía acompañada con los señores del
barrio, los que sin darse cuenta, al contarse entre ellos sus historias, me
daban mayores elementos para mi trabajo, puesto que muchas de ellas tenían que
ver con el pasado de la Barceloneta y de cómo estaba cambiando.
Vista desde la sala de lectura del gimnasio de la Barceloneta |
De pronto, sin darme cuenta, estaba nuevamente en mi escritorio, escribiendo en orden,
fluidamente y contenta de terminar capítulos, subcapítulos. Otra vez, mi tema y yo unidos, bailando la misma canción.
Con esto lo que aprendí es que
ante esos momentos tan desesperanzadores es bueno encontrar cosas prácticas que
hacer, que nos otorguen resultados concretos, cajas, moños, álbum de fotos,
información organizada, arreglar la casa, etc. , así sin que nos demos cuenta, estaremos
acompañados nuevamente con ese sonido tan lindo que es el de apretar las teclas
con rapidez furia y alegría!!!
Colofón
Finalmente creo que nadie sabe cómo
hacer una tesis, pero que las experiencias compartidas alivianan el camino,
tener amigos que estaban en el mismo momento que yo, me ayudó y mucho, a pesar
que nuestros temas eran diversos, las sensaciones eran las mismas, por eso me
he animado a escribir este post. El
apoyo de la familia, de los amigos, de la pareja es importante. Yo he tenido la
suerte de tener ese apoyo siempre, primero mi familia, luego mis amigos y finalmente
Rod que con su positivismo (y paciencia la verdad sea dicha) a prueba de balas hizo que la tesis doctoral fuera
mucho más llevadera.
Ama lo que vas a investigar, para
que cuando te canse el tema puedas encontrar formas de volver a él con mayor
fuerza que antes. Procrastina con prudencia para que tu cerebro respire, para
que la creatividad aflore, pero no hay
que sentirse culpable de hacerlo, porque en medio de todos esos temas puedes
encontrar una nueva pasión. Para escribir busca la forma de inspirarte haciendo
cosas prácticas, que te brinden la idea que puedes terminar algo, porque la
tesis lo que tiene es que parece que nunca acabará; cajas, moños, faldas,
pasteles, pinturas, etc. todo vale! Total como dice Frankie Ruíz: sepa usted!!
Solo como anécdota, cuando acabé
la tesis doctoral, cuando puse el último punto (luego de realizar las
correcciones y observaciones de mi tutora) y supe que había terminado pensé y
ahora ¿qué hago? Es una sensación extraña, de alegría y tristeza. Ya había terminado pero no me levantaba del escritorio, ahora que lo pienso bien
era un estado de shock, y empecé a ver vídeos de música, volví a ver a Madonna
en el video de Celebration, y pensé “creo que solo quiero bailar como Madonna”…esa fue la canción que marcó el fin de mi tesis y la que siempre escucho cuando me quiero dar ánimos. Amar, procrastinar y escribir...celebration!!!
Este post está dedicado a Muriel
que va camino a terminar lo que será la puerta para los nuevos sueños. Y a mi
Neni que lucha día a día con la férrea opresión del Dr. Minsky, en medio de sus
revistas de corte y confección, videos freaks y elípticas, en esta etapa de la agonía final antes de alcanzar el
paraíso.