En el último post señalé que en el siguiente, o sea éste, hablaría sobre la legislación del patrimonio cultural en el Perú; pero en este espacio no hay brújula, ya regresaré a la Ley, pero por ahora me voy del tema, me voy a otras aguas.
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¿Qué (se supone) es lo último que preocupa durante una guerra? Si alrededor hay muerte, hambre y destrucción, quizás lo último en lo que se puede pensar es en cosas materiales, una casa, un edificio, una iglesia, pinturas, artefactos, mapas, libros, etc. serían aquellos objetos que dejan de tener importancia. Digo quizás, porque realmente hay casos en los que no ha sido así, y las guerras tiene unos matices desconocidos para los individuos que no las hemos vivido y solo las conocemos por los libros.
Se sabe que las fuerzas en conflicto también consideran las obras de arte, objetos de valor, partes de edificios, esculturas, etc. como botines de guerra (como ya he señalado en un artículo sugerido en el primer post de este blog). Pero lo que llama la atención, o en todo caso a mí me llamó la atención, es cómo algunas personas anónimas, por decirlo de alguna manera, durante una época de conflicto se hayan embanderado como los protectores de obras de arte, edificios, colecciones, los que finalmente están a salvo para que nosotros podamos disfrutarlos y conocerlos en la actualidad.
La primera vez que tuve referencia sobre una persona (o grupo de personas) que habían protegido lo que se podría llamar ahora patrimonio cultural, fue en el Museo del Levantamiento de Varsovia, ubicado en Varsovia Polonia, un lugar por demás interesante que será motivo de otro tipo de análisis. En resumen se puede señalar que en este museo se detallan los sucesos de la lucha del pueblo polaco en el año 1944 para liberarse de la opresión nazi, es un homenaje a los insurgentes que ahora son los héroes de la resistencia polaca llevada a cabo en esos años.
Hay varios paneles con fotos de diversas personas, en los que se señala de qué manera colaboraron en esta lucha; es aquí donde centro mi atención en una mujer Ewa Faryaszewska, pintora miembro del Warsaw Scout Regimen, quien durante la guerra actuó como correo de comunicación y durante el levantamiento de Varsovia se dedicó a proteger monumentos en el casco viejo de Varsovia, muchos de los cuales albergaban colecciones de museos, reliquias, etc. y también realizó una documentación fotográfica de los daños que habían ocasionado los ataques. La museografía utilizada, hace que te sientas en la época, y al ver la foto de Ewa me la imaginaba corriendo de un lado a otro, ocultando bienes en edificios que podrían ser blanco de bombardeo, muriendo al día siguiente de haber sido herida en el cumplimiento del deber “artístico”, es decir casi una heroína del arte. Eso es lo que tienen los buenos museos ayudan a la imaginación.
Ewa-Museo del Levantamiento de Varsovia |
Fijé mi atención puesto que los bienes culturales en momentos de guerra sean objeto de protección me pareció interesante, porque siempre es lo último que se podría ocurrir. En algún momento lo enlazo con lo que sucedió en el Perú, tal vez este haya sido el inicio del trabajo que vengo desarrollando sobre memoria y patrimonio cultural, aunque algo de memoria y patrimonio desarrollo en mi tesis doctoral sobre la Barceloneta.
En esas búsquedas de referencias, y a lo que la procastinación tesística (que no es cualquier tipo de procastinación!!) te va llevando, me di con la historia de un grupo de hombres que habían protegido diversas obras de arte durante la Segunda Guerra Mundial. Existe actualmente una fundación que trata de visibilizar el trabajo que se realizó para proteger diversas obras del arte de diversos países como Francia, Italia, Bélgica, etc. además, la fundación sigue con el trabajo de investigación para recuperar aquellas obras de arte, documentos, etc. que aún están desaparecidos desde la guerra. Aquí está el enlace, con textos, vídeos al respecto:
Se ha estrenado recientemente la película The Monuments Men, dirigida por George Clooney, con actores como Matt Damon, Bill Murray, Cate Blanchett entre otros. Efectivamente, es la historia de este “batallón de artistas” y de cómo se recuperaron diversas obras de arte durante la Segunda Guerra.
No es una película increíble, es simpática gracias principalmente a los actores (varios críticos de cine le dan duro a Clooney), tiene su obvia dosis de “The USA saved the world´s art”; aunque la historia, pudo ser contada y explotada de mejor manera, da un panorama general de cómo estaba la situación del arte durante la época de la guerra, y de cómo estos elementos de arte eran botines de guerra, no solo por el valor económico que pudieran tener, sino que también eran una forma de apropiarse de “la vida” de la gente. Además hace un acercamiento a un hecho no tan conocido de la Segunda Guerra. En una de las escenas, cuando los personajes interpretados por Damon y Blanchett entran a una especie de almacén donde habían sillas, mesas, tazas, es decir lleno de enseres domésticos, éste pregunta ¿qué es esto? y ella le responde “people´s life”. Aquí el trailer de la película:
En realidad señalo lo de la película, porque me lleva al siguiente personaje que quiero rescatar en este post, es Rose Valland (interpretada por Blanchett y cuyo nombre en la película es Claire Simone), quién junto con Ewa es otra de las figuras femeninas que protegió obras de arte en época de guerra.
Rose Valland- (Robert Edsel blog) |
Valland fue una historiadora francesa que trabajó en el Jeu de Paume Museum en Paris, donde recopilaba secretamente toda la información sobre el movimiento de las obras de arte robadas por los Nazis en Francia. En 1944, junto con otros artistas y estudiosos del arte, formó la Comisión de Recuperación del Arte. Gracias a los datos otorgados a los “comandos artísticos” se pudieron recuperar piezas valiosas, como por ejemplo aquellas encontradas en el castillo de Neuschwanstein en Alemania (para mayor referencia aquel en el que está inspirado el castillo de Walt Disney).
Escribió un libro titulado “Le front de l´art” que ha servido de inspiración para varias películas, entre ellas la que es parte de este post y otra del año 1964 titulada “The Train”. Su gran labor fue reconocida con diversas medallas tanto por el gobierno francés como el norteamericano. Más información sobre Rose Valland en el siguiente enlace:
Ewa y Rose, a pesar de correr una suerte diversa cada una, tuvieron en común su amor y pasión por el arte, plasmado en un deseo de protección y recuperación de elementos que en una guerra se piensan pasan a ser superfluos.
De alguna manera, el objeto de este post es visibilizar la participación importante de estas mujeres en los hechos históricos señalados. Así queda, sin querer, un pequeño homenaje a las mujeres, a esas Monument Women a las que, también, debemos agradecer que podamos disfrutar de obras de arte que hubieran perecido. ¿Cuántas más habrán? queda claro que durante la guerra no todas las mujeres eran únicamente valientes enfermeras, espías o abnegadas amas de casa que tenían que mantener solas a sus familias, también habían mujeres artistas que dieron y arriesgaron su vida por el arte. En el día de la Mujer, para conmemorar acciones olvidadas o desconocidas y sin rosas de por medio.
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